miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿QUÉ PRETENDEN?

Las últimas encuestas en España reflejan que tres, de cada cuatro ciudadanos saldríamos de la Zona Euro.

A la pregunta de si están conformes con la gestión de sus Instituciones Europeas, el porcentaje negativo es semejante.

Respecto al nivel de valoración del Gobierno actual el resultado es de general insatisfacción: enorme empobrecimiento en sus condiciones de vida, gran inseguridad social y familiar, pronóstico de futuro irreversiblemente desesperanzador y una general desestabilización del país y de sus ciudadanos.

No cabe duda ninguna de que las reformas gubernamentales (por Decreto) nos están arrastrando a una auténtica debacle; ejemplo, la Reforma Laboral: eliminación de fundamentales derechos laborales, drástico abaratamiento de salarios y de despidos (sin práctica necesidad justificativa empresarial), libre decisión patronal en movilidad territorial, reducción unilateral de jornadas y de salarios, contratos en precario y variadas posibles condiciones arbitrarias  y adaptativas al puntual capricho del "amo".

Los resultados  de esta reforma en las relaciones laborales no han aportado sino un galopante incremento del paro, muy contrariamente al prometido crecimiento del empleo, favoreciendo tan sólo a la Patronal, tal como se demuestra.

Nuestro triste y taciturno Presidente de Gobierno, por otro lado, llegó a reñirnos reprochándonos vivir por encima de nuestras posibilidades: "no hay que gastar más de lo que se tiene, es de sentido común", nos decía.

Desde que el Sr. Rajoy ostenta la Jefatura Ministerial ha dilapidado unos 270.000 millones de euros en deuda pública española.

Esta "excelente" gobernanza lleva invertido el 97% de la llamada "hucha de pensiones", tratando con ello reducir rápidamente la prima de riesgo.

De ahí, además de por acatamiento de las instrucciones de la Troika europea, han acudido a "asaltar" las reservas de nuestras pensiones, dejándolas auténticamente arrasadas, procediendo ahora y casi "de puntillas", a aplicar otra reforma a este "sacro santo" derecho social.

La deuda pública española actual carece de parangón histórico paralelo, tendríamos que remontarnos al año 1.910, como ejemplo más semejante (en Agosto de 2.013, la deuda era del 90.3%).

La vía que ha posibilitado tal aberrante método deviene de la consagración de la prioridad al pago de la deuda por encima de cualquier otro interés ciudadano (Reforma Constitucional de 2.010, consensuada entre los mayoritaros partidos políticos).

Nuestro "inestimable" Gobierno, entonces, abonará la deuda (al igual que el resto de sureños países continentales) pese a tenernos que dejar sin pensiones, sin hospitales, sin educación, sin trabajo y sin comer.

Ha sido este Gobierno quien ha decidido (en estricta praxis neoliberal) reducir los gastos estatales en materias específicamente sociales: Sanidad, Educación, Universidad, Investigación y Ciencia, Cultura y Dependencia, enajenando además, cuanto su pillaje alcanza, de nuestro patrimonio nacional.

Al inicio de la crisis económica cada español debía 9.608 euros (contando entonces con los básicos Servicios Públicos), hoy debemos 20.000 euros "per cápita", habiendo sido privados de muy fundamentales derechos.

Ahora nuestro ejemplarizante Gobierno "saca pecho" ante las más recientes estadísticas económicas. Indican una aparente significativa reducción de la tan temida prima de riesgo. 

No nos dejemos engañar, la prima de riesgo se dispara a voluntad e interés puntual de los equipos neoliberales que nos "desgobiernan". La crisis de la deuda es especulativa, al igual que ahora su detracción es meramente coyuntural: subida del bono alemán, intervención del BCE (inyectando dinero) y, en nuestro caso, la aberración arriba citada, la compra de nuestros propios bonos del Estado, sacándolo de la "hucha de las pensiones". Como se ve, se trata de una muy arriesgada jugada ... unilateral, claro ... y a traición.

En definitiva, se ahorra en prima de riesgo a costa de dilapidar en deuda pública.

La política económica del gobierno del PP, como vemos, está resultando la más caótica de nuestro reciente período democrático.

...Y lo peor es que no alcanzamos a vislumbrar los verdaderos límites de su ineptitud, ni el final de sus terribles consecuencias ... para nuestro Pueblo, claro.








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