viernes, 15 de agosto de 2014

"PORQUE PUEDEN Y PORQUE QUIEREN"

Don Álvaro de Bazán, Marqués de Santa Cruz, hizo construir su palacio en El Viso "porque pudo y porque quiso". -El Viso del Marqués (Ciudad Real; 3.200 habitantes)-.

Don Álvaro de Bazán y Guzmán "Marqués de Santa Cruz, grande de España, señor de las villas del Viso y de Valdepeñas, comendador mayor de León y de Villamayor, Alhambra y La Solana en la Orden de Santiago; miembro del Consejo de su muy católica Majestad, Felipe II, Capitán General de la Mar Océana y de la gente de guerra del reino de Portugal". (de Wikipedia).

Este citado Marqués de Santa Cruz fue todo un personaje, nuestro más afamado Almirante de la Armada Invencible (triste apelativo, de origen inglés, para más "INRI").

Se ve que este militar, de máximo rango, ostentaba un enorme poder en España, lo que se supone, en aquél entonces, lo sería igualmente de todo el orbe conocido (a través, claro, de su imperial mentor, Felipe II).

Pues, de la misma manera ocurre hoy con el gobierno de EE.UU., verdadero imperio moderno, convertido en árbitro universal (en realidad y como hizo Bonaparte, autoinvestido de tales galas) y como Felipe II con Don Álvaro, también tutor permanente de Israel.

Existe un paradójico edificio en Nueva York, la ONU, una anomalía suficientemente significativa a ojos de cualquiera, a día de hoy. Muchos de los gobernantes extranjeros que acuden a él le tachan de absurdo, y con razón.

Cuando fue elegida la ubicación de esta sede para erigir la Organización de las Naciones Unidas, el mundo se encontraba totalmente condicionado por las desastrosas circunstancias resultantes del término de la II Guerra Mundial y por las justificativas prerrogativas de los máximos representantes de los triunfadores del dramático conflicto internacional, es decir, de los llamados "países aliados", muy prioritariamente encabezados por EE.UU., quien exigió que la nueva sede fuera instalada en su propio suelo.

La pretérita Sociedad de Naciones, de Ginebra, quedó desde entonces anulada y fue esta otra potencia imperial (EE.UU.), aunque aparentemente imparcial, la que soterrada y tácita y discretamente, en principio, vino a dictar el nuevo orden internacional.

EE.UU., como de todos es perfectamente conocido, viene decidiendo, de forma absolutamente unilateral, sobre "tirios y troyanos". Invade los países que cree oportuno en cada momento (isla de Granada, por ejemplo, -100.000 habitantes); cambia a los dirigentes de otras naciones cuando le parece; mata a otros, saltándose todas las vigentes leyes internacionales; destroza para prolongado tiempo territorios determinados (Vietnam, Irak, etc); altera otros gobiernos del mundo y provoca conflictos externos de forma intencionada e interesada (a través de su propia CIA); impone bloqueos comerciales internacionales a puntuales enemigos ideológicos (Cuba); maltrata a presos tachados de supuestos terroristas internacionales, saltándose los Acuerdos de Ginebra y de los Derechos Humanos (Guantánamo). En fin, resultaría excesivamente extenso y prolijo relacionar aquí todas las arbitrarias intervenciones, políticas y bélicas que lleva a cabo (con muy desastrosas consecuencias para todas aquéllas  respectivas poblaciones implicadas).

Pero hay otro gran Estado, el de Israel (cuarto mejor ejército del mundo) que, de la misma forma, "hace de su capa un sayo"; ambas potencias "campan a sus anchas" por sus dominios (aunque éstos, jurídicamente, no lo sean). Ambos países hermanos muestran, abiertamente y prepotentes, ante el resto del mundo, su absoluta impunidad.

Vengo insistiendo (ya cansinamente) sobre la inoperancia, diría más bien inutilidad de la Organización de Naciones Unidas.

Esta universal sociedad ya venía fracasada desde hace algunas décadas, pero el daño que el reiterado y común desdén que EE.UU. (con su derecho de veto), e Israel (por saberse eternamente protegido por éste) le han infligido, la han terminado por rematar. Su generalizado descrédito ya no es tal, sino que al llamativo edificio de Manhattan le han venido a convertir en un  verdadero cadáver vacío. 

Hoy, la fenecida Imperial Roma tiene sede en Washington.

El derecho de veto de Francia en el Consejo de Seguridad, en estos momentos carecería de justificación, debiera corresponder más acertadamente a India, o a Brasil, por ejemplo.

Los "Grupos 7, u 8", no son sino meros apaños justificativos y de impotencia de esta denostada ONU.

El Gobierno hebreo, en estos momentos, se carcajea a "mandíbula batiente" de las Resoluciones, de este muerto que es la ONU. Cuenta para ello, ya lo sabemos, con la incondicionalidad de su eterno protector, EE.UU. que aunque a vista de los demás alguna vez le "riña", le sigue dando licencia para la consecución de cuantos "caprichos" invasionistas pretenda, aunque sea a costa de ingente sangre inocente.

Es decir, que EE.UU. e Israel, al igual que aquél Marqués de Santa Cruz, se consideran "Almirantes" del orbe actual y por tanto, cometen estos crímenes:


"PORQUE QUIEREN Y PORQUE PUEDEN" ...







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