jueves, 19 de marzo de 2015

¿ADIÓS AL FRACASADO BIPARTIDISMO?

Probablemente sea nuestra Restauración española uno de los más claros ejemplos de prolongada alternancia bipartidista en el poder en la vetusta Europa.

Fueron antaño, el Partido Liberal, de Sagasta y el Partido Conservador, de Cánovas, los que acaparaban sucesivos gobiernos durante todo el final del siglo XIX y el inicial del XX.

Sabemos que el bipartidismo alternativo, involuntaria, o ¿"intencionadamente"? genera una inevitable exclusión, o discriminación positiva del resto de minorías partidarias. Sus interesados defensores arguyen, no obstante y prioritariamente, esa preferente opción en aras a la consecución de una supuesta estabilidad política. Sus contrarios detractores argumentan, sin embargo, que este resultante excluyente no resulta suficientemente democrático.

Pero también en los más cercanos tiempos (a partir de las elecciones del 15 de junio de 1.977) que algunos indebidamente denominan democráticos -no hubo ruptura política-, nuestro sistema se ha vuelto a basar (hasta ayer, al menos) en la clásica y ya "demodé" bipolaridad partidista (PSOE, versus UCD/PP). Esto es, vuelve a fundamentarse en la existencia de dos aparentemente antagónicos grupos políticos preponderantes sobre el resto y esencialmente capaces de gobernar por sí solos.

Es decir, el electorado español cada vez se pronunció por un partido de derechas (citados UCD/PP), o por otro supuestamente de izquierdas (PSOE). Cuando ninguno de estos partidos consiguió la mayoría absoluta, ni uno, ni otro, mostró grandes reticencias en recabar el apoyo de las dos más fuertes alternativas nacionalistas (PNV, o CIU).

Si fueran esta repudiable vieja y torticera política descrita la básicamente criticada por los representantes de los emergentes y pujantes nuevos partidos; sumada a la recalcitrante resistencia verticalista intrapartidaria; más la clásica , humillante y despersonalizadora adoración al líder de turno, las razones fundamentales de tal calificación, podría y debería resultarnos absolutamente aceptable.

Pero lo verdaderamente irrebatible es que la suma de estos y otros gravísimos motivos han herido, de muerte, al ancestral bipartidismo hispano.

El mayor indicativo ha sido la irrupción, limpia, prometedora y multicolor de una capaz panoplia optativa partidista, que "a pecho descubierto" se enfrentará próximamente a estos poderosos "totems" en la arena de la competición política.

Congratulémonos por poder vivir un próximo atractivo horizonte de transformación institucional; se auguran muy radicales cambios, nuevos y estimulantes vientos harán removerse determinados y ya caducos cimientos socio-políticos; unas desconocidas, renovadoras, más razonables, más justas, y desde luego más beneficiosas formas de gobierno nos aguardan.

De entre los consecutivos cercanos acontecimientos que se aproximan destaca la cronológicamente primera consulta pública (las Elecciones Municipales). Por varios y diferentes motivos, pero sobre todo debido a las hermanadas coaliciones populares recién conformadas, impredecibles por lo inédito de su creación, por la incalculada y por tanto sorprendente "fuerza de salida" demostrada y sobre todo por el incuestionable poder de la razón -en su poder-.

Somos muchos los que nos hemos unido a este colectivo y fraterno proyecto, demasiados bajo el criterio rival, los que nos honramos en trabajar, incansables y esperanzados, en pro de tan ilusionante y soñado objetivo: VENCER A NUESTRO COMÚN ENEMIGO DE CLASE Y A SUS ADLÁTERES ENMASCARADOS ...para mucho, mucho tiempo.












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