jueves, 8 de agosto de 2013

UNIÓN EUROPEA, ¿madre, o madrastra?

Los ciudadanos continentales votamos mayoritariamente a favor de nuestra inclusión en la Comunidad Económica Europea (ahora inadecuadamente denominada Unión).

Hasta el momento esta colegiada decisión no nos ha traído demasiados perceptibles beneficios a los Pueblos que la integran, sino más bien al contrario, infortunio, penurias, recesión económica y hasta física pobreza (sobre todo a los países sureños).

La solución a la terrible crisis económica mundial, provocada por ambiciosos delincuentes financieros internacionales nos la han cargado a los inocentes e inermes asalariados, viéndonos impelidos a la pérdida del llamado Estado del Bienestar en pro de salvar al capital internacional y a sus poderosos manipuladores mercantilistas, causantes y beneficiarios exclusivos del actual desastre.

Chomsky nos asegura que "la presunta complejidad de la política y la economía sólo es un fraude", tratándose simplemente de un mero "subterfugio utilizado para mantener a la población alejada de esa oligarquía que gobierna en la sombra, de acuerdo con la lógica de la acumulación y la dominación".

Warren Buffett lo tiene muy claro, viniendo a ratificarme, una vez más mi reiterado criterio: "por supuesto que hay lucha de clases y los ricos estamos ganando".

Se nos reprocha haber estado viviendo por encima de nuestras posibilidades. Nos piden austeridad a los que menos tenemos para que los poderosos puedan tener más. Son ilimitadas la insaciabilidad y avaricia de las clases privilegiadas, permanentemente superprotegidas por estas instituciones degradadas, por estos indignos representantes que olvidaron sus responsabilidades básicas: defender la democracia, la Justicia, la igualdad, los derechos fundamentales y el respeto al Estado de Derecho.

En el Nuevo Orden Mundial -escribe Noam Chomsky- "el mundo deberá ser gobernado por los ricos y para los ricos. El sistema mundial no se parece en nada al libre mercado clásico: la expresión mercantilismo empresarial sería más acertada. El ejercicio del gobierno se halla cada vez más en manos de unas enormes instituciones privadas y de sus representantes". 

De ahí devienen tantas y tan coincidentes recomendaciones para el gobierno español. Desde el Fondo Monetario Internacional (bájense los salarios a los trabajadores españoles), hasta el propio Sr. Olli Rehn, Vicepresidente de la Comisión Europea y desde otras tantas de sus instituciones. Una y otra vez, pertinazmente, tratan de imponer a la zona sur las medidas más restrictivas imaginables.

Impía y deshumanizadamente, estos fieles "mantenidos" representantes, agradecidos a sus muy poderosos sostenedores de tan confortables y atractivos sillones de confort institucional, vienen a interferir sin pudor alguno, en los democráticos gobiernos del sur de Europa, tratando de que lleven rigurosamente a cabo aquéllas medidas que supongan el incremento de la supremacía del dinero y del poder, a los que se deben.

Ante todo ello, a los Pueblos intervenidos nos corresponde en exclusiva nuestra defensa, con las únicas y democráticas armas con que contamos: la unión en las protestas "civilizadas" y las urnas.

Por otro lado, no olvidemos que el Norte nos necesita, (Irlanda, Grecia, Portugal, Italia, Francia, España, Chipre), conformamos un significativo territorio, mercado y población; países sin los cuales la Unión Europea perdería capacidad en el globalizado pastel mercantilista.

Y hemos de hacernos notar, hemos de sentar también nuestros "reales". Pero para ello tenemos que cambiar "algunas cosas". Tendremos que apear a estos impresentables de sus puestos de gobierno (nacionales y europeos). Hemos de lograr lo que nunca intentaron los que tenían la obligación de hacerlo: unir nuestros Pueblos, juntar nuestras reivindicaciones, tener un sólo y común grito de ¡basta, ya!.

Obliguemos a esta acanallada actual Unión Europea a caminar, ahora sí unida, limpiemos completamente este hediondo lodazal que cubre y rebasa nuestros internacionales organismos, sustituyamos sus dirigentes, instalemos mejores y más merecedores portavoces que sepan y deseen defender nuestros más justos derechos ciudadanos, que busquen el bien común y persigan una sociedad continental más equilibrada, más moderna, más solidaria, más hermanada.