martes, 29 de abril de 2014

¿CONGÉNITO MIEDO ESPAÑOL, O DESAPARICIÓN DE LA IZQUIERDA'

Tras la lectura del oportuno y muy acertado artículo de Lidia Falcón sobre "Nuestra III República", no me resta sino felicitarla y seguidamente conmiserarme al ver mi absoluta identificación con sus tan atinadas y descorazonadoras conclusiones.

Me resultan intolerables la tibieza, timidez, vacilación, irracionales justificaciones de inoportunidad temporal, supuesta inmadurez civil y tantas otras peregrinas evasivas utilizadas por los dirigentes políticos actuales de izquierdas, sindicatos de clase, asociaciones y plataformas sociales, periodistas y demás creadores de opinión, en su fútil y huero afán de convencernos, de justificar su claro abandono, su culpable e imperdonable elusión al cumplimiento de su obligada y muy primaria reivindicación ideológica: la reinstauración de nuestra violentamente defenestrada República ... y yo no sé ver, en esta tan grave desidia, sino el simple y llano reflejo de sus íntimos y personales miedos congénitos, o peor: el final reconocimiento de la desaparición, real, de los partidos de izquierdas en nuestra querida "piel de toro".

Sabemos bastante, o deberíamos saber, de nuestra ya postrera incivil guerra, de su génesis y de los espurios objetivos de sus desencadenantes protagonistas. También conocemos de sus terribles y sufridas consecuencias, del millón de muertos y de la seguida y prolongada cainita venganza de los vencedores, de la represión cobarde, de las torturas aplicadas (aún impunes), de las múltiples represalias civiles y profesionales a que fueron sometidos sus enemigos ideológicos, imaginarios, o no, y de sus familias.

Y todo ello porque hubo poderosos promotores interesados en traicionar la legítima y electa Constitución Republicana. Burdos caciques rurales, señoritos latifundistas, prepotentes y orondos empresarios, representantes destacados de la "hidalga nobleza hispana" y parásitos millonarios que empujaron activamente, que colaboraron con generosas aportaciones económicas y de influencia para subvertir la legitimidad del Estado.

En estos momentos, en nuestra democracia no tan joven ya, contamos de nuevo,  con representantes populares en el Parlamento, en el Senado, en las Comunidades Autónomas, en los Ayuntamientos y, una vez y otra más, se nos insiste desde nuestras portavocías políticas que no, que aún es prematuro, que no es llegado todavía el momento, que nuestro Pueblo no es suficientemente maduro, que no está preparado para asumir la III República.

¿Y estos son nuestros elegidos representantes públicos?; ¿quienes nos subestiman de forma tan insultante?; ¿es que acaso consideran precisemos de algún tipo de tutoría, de protección paternalista, de guías espirituales?-

En bien poco se tendrían entonces; inevitable y consecuentemente se estarían, tácitamente, autodevaluando; como diríamos por Castilla: "quedarían a la altura del betún".

Por otra parte me parece penoso, descorazonador, la falta de méritos, de credibilidad y de liderazgo en la llamada Clase Política española ... y lo más doloroso y sangrante, corresponsablemente también entre la pertinaz desunida izquierda.

Me abochorna observar la falta de auténtico discurso político en nuestros líderes progresistas, su ausencia de contenido, el monocorde y repetitivo predicado, abúlico, plano, sin substancia, sin siquiera autoconvicción previa ni propia, incapaz de movilizar conciencias, sin osar mostrar la mínima rebeldía corresponsable ante tamañas y continuadas canalladas  conque se nos viene infringiendo.

También en los nuevos, en los recién multiplicados recientes partidos políticos supuestamente de izquierdas, echo a faltar una clara, nítida, necesaria declaración de principios; registrando en cambio una aparente intencionada ambigüedad en sus  respectivas definiciones oficiales ideológicas. A ningún representante de las noveles organizaciones partidarias progresistas he oído (en las frecuentes e insistentes preguntas que al respecto les hacen), que se consideren líderes de un grupo que se declare SOCIALISTA, REPUBLICANO, FEDERALISTA y LAICO. Podremos, en todo caso, sospecharlo, pero al parecer, nunca obtendremos ninguna certeza, su sorprendente e incomprensible pudor se lo impedirá siempre ...o, tal vez, será su congénito miedo español ...o, peor aún, que no abrazan en realidad dichas convicciones, que se desmarcan de tales ideales.

Como muy bien nos dice Lidia, ni aún en los presentes tiempos, con el hundimiento de nuestra economía, con el galopante paro que sufrimos (seis millones de conciudadanos; millón y medio más sin derecho a subsidio), con el consiguiente empobrecimiento poblacional, con la pérdida de importantísimos derechos laborales (avasalladora reforma laboral neoliberal impuesta), se presenta nadie con tal justa reivindicación.

Ante una monarquía desacreditada, corrupta y parásita (como casi todas), estéril y frente al intento de tanta laminación moral, de las insoportables agresiones a nuestra dignidad por parte de nuestros rivales políticos, es hora precisa de exigir el necesario plebiscito popular que nos devuelva, esta vez, la III República Federal Española.

Para inculcar verdaderos y nuevos valores de libertad, de igualdad y de fraternidad; aquéllos valores que la Ilustración no llegó a consolidar en nuestro país; nuevas y más ambiciosas perspectivas educativas, porqué no, derivadas y adaptadas al momento presente, pero devenidas de aquélla añorada y todavía no igualada Institución Libre de Enseñanza y por unos servicios públicos gratuitos y de calidad.

La III República Federal Española, nos acercaría sin duda a una Sociedad más ética, más democrática, más pacífica y más justa.

¿Porqué es tan difícil lograr satisfacer tanta expectante esperanza con la presentación de un partido político que abrace esa ideología tan prometedora y de izquierdas ya descrita?. ¿A qué es debida la falta de ese partido valiente y cómo es que no aparecen líderes capacitados y capaces de poner en verdadero "pie de guerra" democrática a los tan injustamente castigados?.

¿Es entonces cierta la epidemia de ese mal denominado miedo congénito español la que nos coarta, o es que en realidad, final y formalmente hemos renunciado a una auténtica izquierda política española?.

Difícil, arduo y muy doliente nudo gordiano a resolver ...




jueves, 24 de abril de 2014

GÉNESIS, EVOLUCIÓN Y CRISIS DE LA UNIÓN EUROPEA

Sobre la génesis, evolución y crisis de la Unión Europea.

La más primaria, poética y reaccionaria de todas las posibles interpretaciones nos remonta al Imperio Romano, a la Ley de Ciudadanía y al emperador Caracalla (año 212). Después fue el conquistador Carlomagno quien recuperó la idea de una Europa unida, seguido de Carlos V y Napoleón (todos coincidentes en parecidas espurias ambiciones).

La segunda, ideológicamente idealista, políticamente conservadora y capitalista en lo económico, asegura ser el resultado del pacifista humanismo tras la masacre de la II de las Grandes Guerras continentales y en evitación futura de otras confrontaciones bélicas, destructoras de seres humanos, de bienes naturales y productivos y de la economía global, en fin. También por el temor a las armas nucleares y en el loable interés de lograr esa Europa neutral, equilibrada y pacífica; es decir: conseguir una ciudadanía europea, basada en la equidad entre los Pueblos y una prosperidad socioeconómica común.

La tercera versión, socialdemócrata, diferenciadamente democraticista y keinesiana; sobre todo insistente en los poderes parlamentarios europeos establecidos. Esta otra vía viene a aplicar el social-liberalismo, tratando de movilizar a la ciudadanía democrática en impedimento de la reacción conservadora.

Y la cuarta y última reflexión analítica afirmaría que la historia de la Europa de la Unión, no es más que el producto de la múltiple contradicción capitalista: contradicción económica, político-estatal y a escala mundial, cuyo compendio es el simple resultado de la feroz lucha de clases y de la de los pueblos opresores sobre los pueblos deprimidos.

El camino futuro de esta Unión Europea, por tanto, dependerá del lado en que en cada momento se incline la balanza entre estos dos tan antagónicos, irreconciliables y desde luego incompatibles intereses.

La evolución del capitalismo europeo (motor real que nos ha traído hasta aquí) deviene de un largo período, pudiendo datarse desde el tratado de Wetsfalia, del Congreso de Viena y de los Tratados de Teherán, Yalta y Postdam.

Los victoriosos países han venido imponiendo sus muy particulares condiciones en dichos acuerdos, otorgándose preeminentes puestos en el concierto internacional; por sus más "boyantes" economías, por la fortaleza de sus monedas y por el prevalente proteccionismo interno y su mayor influencia en los mercados mundiales.

Las potencias europeas coaligadas a Alemania a partir del Tratado de Maastrich, han acordado un abanico de exigencias a los países de la Unión más deprimidos, incrementadas hasta lo insoportable desde la provocada instauración de la actual crisis económica (sobre todo hacia el Cono Sur) para aumentar su propio poder respectivo y romper, definitivamente, con las sufridas conquistas obreras y populares europeas.

Este es el lamentable presente y el incierto futuro a la vista. Contemplamos, aterrados y razonablemente coaccionados, las aparentes insalvables diferencias entre los países del Norte y del Sur continental. Comprendemos, y lo peor, hasta llegamos a asumir como razonable, la permanente amenaza de nuestros dirigentes europeos que cíclicamente, como si de cambios estacionales se tratara,  nos imponen nuevas y peores medidas restrictivas que van imposibilitando, cada día un poco más, el libre desarrollo de nuestras vidas, endeudando nuestras precarias existencias y el desesperanzado devenir de nuestros hijos.

Y es por ésto, por lo que no me importa insistir, una y otra vez, en la  crucial importancia de estas próximas elecciones europeas. En clamar a las conciencias responsables de mis conciudadanos para que asuman, con la suficiente reflexión, con la madurez que nos ha dado tanta calamidad inmerecida, la obligación de su voto. Pero del voto meditado, contrastado con las indeseables experiencias recogidas. Sin permitirnos nuevos posibles  y tal vez irreversibles errores. Con la seguridad y firmeza necesarias, con inteligencia y frialdad. Para impedir más abusos de los poderosos, por nuestro propio bien y por el de nuestros hijos, que éstos no nos puedan después reprochar posibles dramáticas desidias.

Pero también habremos de recordar que el espectro partidario no se circunscribe tan sólo a la habitual bipolaridad, que existen otras opciones progresistas, limpias de pecado, horizontales, transparentes, cuidadosas del medio ambiente, pacifistas y de izquierdas, que luchan por la igualdad, por la sostenibilidad, por las energías naturales y por el bien común.

Confío en que esta vez sí, seguro estoy de que en esta ocasión los españoles demostraremos haber aprendido la lección, que contaremos con el adecuado poder de reacción, que sabremos defendernos con las armas de la democracia frente a los ufanos "tiranuelos" del poder económico, contra la presuntuosa élite mercantilista que trata de anularnos, de aniquilar nuestros escasos derechos sociales, laborales y ciudadanos, que les daremos merecida contestación a ambición tan desmedida y tan inhumana.




martes, 15 de abril de 2014

¿PORQUÉ LA III REPÚBLICA ESPAÑOLA?

Todos estamos reconociendo la inevitable caducidad de múltiples articulados de nuestra Constitución de 1.978, los unos por ya trasnochados, los otros desgraciadamente por meramente voluntaristas.

Como consecuencia, comprobamos la imperativa necesidad de suplirla por otra democrática alternativa en aras a una mejor y más eficaz defensa de nuestros mayoritarios intereses.

Este actual trance se presenta además dentro de una gravísima crisis económica, institucional, territorial y hasta de credibilidad representativa.

Observamos insostenibles, imperdonables y repetitivos corruptos comportamientos (y no todos llegan a ver la luz) desde prácticamente las más altas instancias estatales. Desde la propia Casa Real, pasando por destacados miembros de gobiernos autonómicos, ayuntamientos, partidos políticos mayoritarios, sindicatos de clase, amplios sectores económicos y muy determinantemente en el manipulador área financiero.

Las oficiales encuestas en nuestro país nos revelan la espeluznante cifra de seis millones, aproximados, de parados (muchos de ellos sin prestación ninguna, ya); un panorama de laminación gravísima de nuestros derechos sociales (Sanidad y Educación, los más sangrantes pero ni mucho menos los únicos) como "más imaginativa" solución a la aplastante crisis económica actual, provocada, más que plausiblemente, de forma intencionada por los poderosos de siempre; la drástica y "legalizada" reducción salarial general de los españoles con la "suerte" de trabajar; la suma de tanta aberración nos está llevando a una situación de miseria, de bolsas de hambre, de familias violenta y definitivamente desalojadas de sus hogares, de jóvenes sin futuro alguno; ... y por muy insultante contraste observamos otra clase de estadística: un significativo aumento de la brecha entre ricos y pobres.


La palpación viva de esta confrontación social, generada por la clásica casta dominante y apoyada por su afín tribu europea, conformante de la Troika dirigente, está involucionando a nuestras democracias (prioritariamente a los sureños estados continentales).


Respecto de España, vemos la desfachatez prepotente de nuestro "electo" equipo de "desgobierno" con la imposición de sus exclusivas y muy particulares leyes, bastante de ellas instauradas a través de estrictos Decretos de Ley. Eliminación de múltiples derechos laborales y ciudadanos y aberrantes e inaceptables propuestas legislativas, tales como la bien denominada "Ley Mordaza" y el obsceno intento de rectificación de la actual Ley del Aborto.


Todo ello nos va insoslayablemente retrotrayendo a un modelo de Estado centralista y autoritario, a imagen y semejanza del autocrático e insoportable régimen franquista ... tan idealmente imitable para muchos de nuestros actuales gobernantes. Hasta los propios medios informativos están siendo condicionados, manipulados y secuestrados; sujetos al libre antojo y como defensa y enmascaramiento de la bochornosa verdad que ocultan los poderosos de siempre, verdaderos causantes de los desastres presentes.

Este crítico panorama general está levantando a una gran parte de nuestra ciudadanía que se manifiesta, una y otra vez, incansable, a través de partidos políticos y sindicatos, pero también por medio de muy innovadoras fórmulas alternativas: las llamadas "mareas" que se suman a la lucha, vehementes, con la razón por bandera, de forma activa y realmente riesgosa, frente a brutales deshaucios, privatizaciones de los sectores sanitarios y educativos públicos; contra el intento de abusos como el de Gamonal, contra la subida tarifaria del transporte en Barcelona,  en inaceptación de la detracción fáctica y unilateral de las pensiones, a favor de los parados del Baix Llobregat, del injustificado ERE de Coca-Cola ...

El significado de toda esta protesta viene a propiciar, a evidenciar, un novedoso y optimista protagonismo popular, inaudito desde hace décadas; a mostrarnos la posibilidad, el derecho a un renovador proceso histórico en defensa de nuestros inalienables derechos sociales y por el ansia de un nuevo modelo de Estado democrático.

Y deberá ser por todo ello, porque tenemos la obligación de identificar a nuestro auténtico enemigo de clase, a nuestro cruel rival político, causante de nuestras mayores desgracias vitales y generador de tanta desesperanza futura generacional y a enfrentarle con el necesario vigor y posibilidades de victoria, por lo que se hace tan necesaria la unión (puntual y transitoria, pero formal y vigilada) de la izquierda política española.

Necesitamos ineludiblemente de la empoderación ciudadana para lograr, nosotros (los verdaderamente más interesados), una auténtica democracia social y de derecho a través de un proceso constituyente que nos conduzca a la final consecución de la III República Federal Española, popular y laica.

Una República realmente mayoritaria, que no genere dudas, una República que borre de una vez y para siempre, todo tipo de privilegios (ni institucionales, ni familiares), que sepa despedir a la monarquía borbónica con cortesía y respeto (aunque probablemente inmerecidos); una República que sume las voluntades de millones de ciudadanos libres; con diferentes pero siempre democráticas ideas; de distintas organizaciones políticas y sociales, pero confluyentes ante este tan anhelado modelo de Estado.

Un Estado donde se renueve y actualice una más moderna y dinámica Constitución, que esté más a favor y acorace mejor nuestros prioritarios derechos sociales, económicos y democráticos; un Estado verdaderamente elegido mayoritariamente por sus ciudadanos, indudablemente soberano, independiente de los dictámenes de la Troika europea de turno, de la manipulada OTAN y de la inconveniente, a veces, influencia de EE.UU. Es decir, una vanguardista y ejemplarizante República Federal Española.

Desde EQUO, desde luego, estamos en éllo.