miércoles, 21 de mayo de 2014

OMINOSO Y CULPABLE SILENCIO

Nos viene a resultar ya, clásico y recurrente, decirnos en charlas de café y mesa camilla, de las nocivas influencias que los grandes lobbys empresariales han llegado a alcanzar sobre los gobiernos nacionales de nuestro occidente actual.

Son coloquiales, cotidianos, los comentarios irrebatibles y unánimemente aceptados de que: "quienes realmente dirigen y disponen de bienes y haciendas en las gobernanzas estatales son, o se deciden, desde las altas direcciones de las potentes multinacionales que invaden uno y otro país mercantilizado por ellas"; que "los distintos equipos ministeriales de turno quedan relegados a meros invitados de piedra, o son transformados en frágiles y dóciles marionetas al exclusivo servicio de tales élites mercaderes".

De sus nefastas consecuencias sabemos demasiado bien en los diferentes países europeos, muy agudizadas éstas en nuestros más contemporáneos tiempos, sobre todo los ubicados en su cono sur.

Como vamos observando, estas macrocorporaciones, de intereses privados, no se limitan (como antaño) a la manipulación individualizada y progresiva de los supuestos Estados de derecho, sino que sus redes interferenciadoras gubernativas han logrado expandirse alrededor, entre otras, de la globalidad europea, abrazando con sus prolongados y poderosos tentáculos todo su perímetro territorial.

Estas colosales y pantagreólicas organizaciones empresariales, en el impune imperio de su omnímoda influencia, logran el subvertido acatamiento de los países miembros de la Unión continental, en el estricto cumplimiento de cada uno de sus permanentemente insatisfechos y desaforados egoísmos, imponiendo su particular interesada ley, o variables caprichos de mercado.

Pero también nos es de todos conocido que, si la ambición personal es ilimitada, las hambrientas y fagocitarias fauces mercantilistas de las robotizadas, asentimentales, y por tanto deshumanizadas entelequias empresariales occidentales jamás saciarán sus crecientes apetitos. Son éstas las ineludibles e imperecederas reglas básicas del juego del llamado Sistema Capitalista.

Pues bien, en las críticas, cruciales diría yo, circunstancias presentes; a la inminente vista del siguiente sufragio popular europeo, en su ya postrero ciclo de campaña electoral española y tras oir los esbozos argumentales (hueros y a grito pelado) de los unos y de los otros aspirantes a su máxima representación hispana, tan solo unos muy pocos "avisados" comprobamos un tácito y común, culposo silencio general, respecto a un muy destacado y fundamental tema: las negociaciones, que con celeridad sospechosa, se vienen desarrollando desde las más elevadas instancias intercontinentales, ergo, el llamado "Tratado de Libre Comercio entre la UE y EEUU".

Este interesado y ominoso olvido informativo, esta intencionada ocultación resulta imperdonable, inconcebible e irresponsable entre "voceros" de tan supuesta alta alcurnia política. Solo hemos podido escuchar, sobre tan trascendentales intenciones y clamando en el desierto, o casi,  a unos pocos y muy especiales candidatos ...

Este gravísimo descuido informativo nos muestra visos de olvidados  nefandos pasados, de acorazados, de ya rancios autocráticos oscurantismos, en este caso también aparentemente dimanados desde las cúpulas del poder institucional ...¿porqué?.

A pesar del unánime acallamiento de los medios de comunicación al respecto, son sin embargo diversas las opiniones en contra de tal acuerdo comercial, resultan coincidentes en pronosticarnos muy serios y flagrantes riesgos en nuestras poblaciones tras su firma y puesta en marcha: "las multinacionales escaparán al control del poder político".

La Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión (TTIP -siglas anglosajonas) prioriza, con exclusividad, los supuestos beneficios económicos resultantes del referido y ambicioso (nunca mejor dicho) macroacuerdo intercontinental.

Los diferentes equipos negociadores se regocijan anticipada y premeditadamente de sus respectivas luminosas gestiones en favor de tal proeza, de su vital e insustituíble aportación a tan irrepetible e inimaginable construcción del tan halagüeño, del tan libre y ventajoso avanzado mercado global que les preparan a sus protectores ... y siempre a la lógica espera consecuente y recíproca de los merecidos parabienes que sus insignes mandatarios, en la sombra, les otorgarán en justo reconocimiento.

Las propuestas actuales, objeto de este tratado (aún frescas en su todavía borrador), concederán a gobiernos y empresas extranjeras una mayor oportunidad, incluso, de influir -ahora sería de forma oficializada- en la opinión pública, tanto en nuestra UE, como también en EEUU.

Existen, no obstante, ciertos grupos y muy escasas fuerzas políticas en los foros europeos que nos advierten y alertan sobre sus muy significados riesgos, medioambientales, sanitarios y de seguridad alimentaria para los consumidores, tras la firma de este documento filtrado (pues no se ha formalizado, oficialmente, todavía).

Este tratado supondrá una clara retrotracción de la vigente normativa europea, reguladora de la comercialización de bienes y de servicios, viendo incrementados los recortes de nuestros derechos sociales, laborales y ambientales.

La futura toma de decisiones europeas se hará entonces, necesariamente, más acolegiada y mercantilista, eludiendo, como ya hemos dicho, el imprescindible control democrático.

Socialdemócratas y neoliberales europeos se alinearon en la oposición de la paralización de este acuerdo que supondrá la eliminación de barreras normativas y económicas para las relaciones comerciales entre los dos continentes. Es decir, se impondrá el "todo vale" en aras al puro beneficio económico y a expensas de las previsibles indeseables consecuencias para los respectivos ciudadanos, europeos y estadounidenses.

Me permito ahora recordar, pues es de razón, que tan solo las intervenciones de la Izquierda Unitaria y el Grupo de los Verdes, han sido las únicas discordantes voces representativas registradas en el Parlamento de la Unión Europea, contrarias a dicho macroproyecto comercial.

Esta destacadísima y trascendente información sobre las negociaciones referidas, insisto, no las he podido escuchar de boca de ninguno de nuestros partidarios candidatos españoles a las elecciones europeas de entre la aturdidora y avasallante barahunda de "cacareos" propagandísticos recogidos hasta ahora, salvo la excepción, única y honesta, muy reconocible y destacada, de los electos aspirantes propuestos por EQUO (integrantes de los citados Verdes Europeos) y que tan merecidamente -a diferencia de otros- se presentan al siguiente sufragio continental con la enseña "Primavera Verde".

Os sugiero la conveniencia de dedicar una especial atención optativa hacia este nuevo y pujante ECOSOCIALISTA partido político español.