viernes, 5 de diciembre de 2014

A VUELTAS CON LA CORRUPCIÓN

Corrupción, del Latín "corruptio", es la acción y efecto de corromper (depravar, echar a perder, sobornar a alguien, pervertir, dañar). Puede tratarse de una depravación moral, o simbólica; pero para mayor desgracia hispana, aquí, en esta "piel de toro", la corrupción más común tiene etiología política, es decir viene más reiteradamente generada por un abuso de poder público para la obtención de una ventaja ilegítima, básicamente privada.

Verdad es que la corrupción no es tributo exclusivo de España, ni siquiera de la típica y tópica "picaresca mediterránea" (la ambición desmedida y la "ductilidad moral", muchas veces compañeras obligadas de viaje, son intrínsecamente humanas), pero siendo esto así, no es menos cierto que los niveles y variables de corrupción que se vienen "destapando" en nuestro país están llegando a límites insostenibles para nuestro propio prestigio como Estado.

Una de las más acertadas y cáusticas parodias sobre el casticismo "casposo" de nuestra particular manera de corrupción, costumbrista y folclórica, nos la supo perfectamente plasmar el maestro Berlanga en "La escopeta nacional"; (las grandes competencias comerciales obtenían más resolutivas e inmediatas favorables conclusiones a través de prebendas concertadas, y negociadas, que por las normales reglas de juego del mercado).

Aún reconociendo que la lucha política por los favores del poder no es privativo de nuestros representantes españoles -como ya hemos mencionado-, sí que nos es distintivo considerar al libre mercado especialmente compensatorio y garantizador de privilegios.

Aquéllos cortesanos que otrora merodeaban los círculos de influencia franquistas, siguen (ellos, o sus descendientes directos, o ideológicos), melosos e implorantes y en permanente cortejo, ofreciendo sus más, o menos discretas y "brillantes" recompensas a los orondos ostentadores del mayor poder decisorio del momento, con fines muy individualmente productivos.

Según parece evidenciarse, el interés de los responsables de los dos principales partidos nacionales, alternativos sucesorios del poder ejecutivo en España, no vienen prestando el necesario empeño en eliminar esta vergonzante lacra en nuestras instituciones (a pesar de sus aspaventosas y reiteradas recriminaciones mutuas y de la múltiple y específica creación de leyes aparentemente dirigidas a su eliminación).

Aunque efectivamente se pueden distinguir claras y notables diferencias, cualitativas y cuantitativas, de corrupta culpabilidad entre las filas del uno y del otro mayoritario partido, ninguna de sus directivas puede, a fuer de sinceros, presumir de integridad moral, lo que les arrastra a tan grave e ineludible descrédito popular. Muy arduo demérito a olvidar e imposible de perdonar: "la confianza es porcentualmente inmensurable, se ostenta al ciento por ciento, o al cero, no ofrece gradación ninguna" (siempre quedarán las dudas).


Y es precisamente en estos difíciles momentos por los que transita nuestro Pueblo, sumido ya en un auténtico y casi endémico deterioro social causado por las espurias "recomendaciones" foráneas (conniventes y cómplices de nuestros alternativos gobiernos nacionales y especialmente ideologizadas por el actual neoliberalismo del PP) cuando reactivamente están emergiendo partidos políticos de nuevo cuño, plataformas y "mareas" reivindicativas de verdadero origen ciudadano con demostrada capacidad de convocatoria, marchas "por la dignidad" multitudinarias, prospectivas y muy significativas coaliciones partidarias ...y ésto, amigos, causa miedo, temores de diferente índole: por posible pérdida del habitual poder -en manos de los de siempre- sobre todo, pero también por la plausible retirada de privilegios, por la honorable eliminación de tan "connaturales" y "merecidas" prebendas personales, del esperable público desdén ante las presuntuosas y típicas pretensiones clasistas ...

Ante su tan merecido incierto futuro, estos cuasi ya "institucionalizados" enemigos de clase y en el intento de acorazarse, han puesto en marcha cuantos mecanismos conocen para desacreditar a los más recientes electos representantes de la oposición más "peligrosa" (según les indican las últimas encuestas sobre pronóstico de tendencia política electoral).

Sin decantarme por otorgarles un mayor o menor pábulo a cuantas supuestas pretéritas incorrecciones, corruptelas y nepotismos se les está achacando últimamente a los más destacados representantes recientemente electos en dichas peligrosas organizaciones partidarias, percibo, esto sí muy al contrario,  unos más plausibles y premeditados planes de confabulación rival, de interesadas prédicas de descrédito, incontrastables por el momento: "difama que algo siempre queda". 

...Pero el nivel político-cultural español y su interés por lo social se ha incrementado de forma notable. Ya no se le puede despistar con "fútbol y toros". Ahora el Pueblo llano quiere innovadores y mejores proyectos (razonados, documentados y desde luego realizables); pide mayor participación directa, dotación del merecido nivel en servicios sociales; rechaza radicalmente, ya, utópicas, complacientes promesas; quiere lograr la suficiente transparencia en sus instituciones que le permita auditar y controlar más directamente las gestiones de sus responsables ...y sobre todo tiene absoluto derecho democrático a exigir que se les juzgue, se les obligue a la restitución de lo hurtado, y a que se les aplique todo el peso de la Ley (tanto al sentenciado corrupto, como al corruptor -en sus correspondientes responsabilidades penales), sin ningún tipo de distinción personal ...y a la mayor celeridad posible.

Con sospechosa frecuencia oímos decir a nuestros ínclitos Senadores y Diputados que ganarían mucho más ejerciendo sus respectivas profesiones. ¿Es tal vez por ello tanta necesidad de chalaneo?; ¿es que tal vez han llegado a considerar su acción política como el mejor medio de "ganarse la vida", en lugar de asumirla, supuestamente voluntaria y vocacionalmente, como servicio público y transitorio?.

No olviden los poderes políticos que es la propia sociedad civil la verdaderamente transformadora de nuestros ámbitos de convivencia, no la partitocracia activa (aunque nos podamos servir, legítimamente, de tales organizaciones como herramienta necesaria -que para esa específica función fueron creados). La Historia así nos lo ha demostrado, por tanto se nos debe el mayor de los respetos.

¡NO LO OLVIDEN!.