Tras la lectura del oportuno y muy acertado artículo de Lidia Falcón sobre "Nuestra III República", no me resta sino felicitarla y seguidamente conmiserarme al ver mi absoluta identificación con sus tan atinadas y descorazonadoras conclusiones.
Me resultan intolerables la tibieza, timidez, vacilación, irracionales justificaciones de inoportunidad temporal, supuesta inmadurez civil y tantas otras peregrinas evasivas utilizadas por los dirigentes políticos actuales de izquierdas, sindicatos de clase, asociaciones y plataformas sociales, periodistas y demás creadores de opinión, en su fútil y huero afán de convencernos, de justificar su claro abandono, su culpable e imperdonable elusión al cumplimiento de su obligada y muy primaria reivindicación ideológica: la reinstauración de nuestra violentamente defenestrada República ... y yo no sé ver, en esta tan grave desidia, sino el simple y llano reflejo de sus íntimos y personales miedos congénitos, o peor: el final reconocimiento de la desaparición, real, de los partidos de izquierdas en nuestra querida "piel de toro".
Sabemos bastante, o deberíamos saber, de nuestra ya postrera incivil guerra, de su génesis y de los espurios objetivos de sus desencadenantes protagonistas. También conocemos de sus terribles y sufridas consecuencias, del millón de muertos y de la seguida y prolongada cainita venganza de los vencedores, de la represión cobarde, de las torturas aplicadas (aún impunes), de las múltiples represalias civiles y profesionales a que fueron sometidos sus enemigos ideológicos, imaginarios, o no, y de sus familias.
Y todo ello porque hubo poderosos promotores interesados en traicionar la legítima y electa Constitución Republicana. Burdos caciques rurales, señoritos latifundistas, prepotentes y orondos empresarios, representantes destacados de la "hidalga nobleza hispana" y parásitos millonarios que empujaron activamente, que colaboraron con generosas aportaciones económicas y de influencia para subvertir la legitimidad del Estado.
En estos momentos, en nuestra democracia no tan joven ya, contamos de nuevo, con representantes populares en el Parlamento, en el Senado, en las Comunidades Autónomas, en los Ayuntamientos y, una vez y otra más, se nos insiste desde nuestras portavocías políticas que no, que aún es prematuro, que no es llegado todavía el momento, que nuestro Pueblo no es suficientemente maduro, que no está preparado para asumir la III República.
¿Y estos son nuestros elegidos representantes públicos?; ¿quienes nos subestiman de forma tan insultante?; ¿es que acaso consideran precisemos de algún tipo de tutoría, de protección paternalista, de guías espirituales?-
En bien poco se tendrían entonces; inevitable y consecuentemente se estarían, tácitamente, autodevaluando; como diríamos por Castilla: "quedarían a la altura del betún".
Por otra parte me parece penoso, descorazonador, la falta de méritos, de credibilidad y de liderazgo en la llamada Clase Política española ... y lo más doloroso y sangrante, corresponsablemente también entre la pertinaz desunida izquierda.
Me abochorna observar la falta de auténtico discurso político en nuestros líderes progresistas, su ausencia de contenido, el monocorde y repetitivo predicado, abúlico, plano, sin substancia, sin siquiera autoconvicción previa ni propia, incapaz de movilizar conciencias, sin osar mostrar la mínima rebeldía corresponsable ante tamañas y continuadas canalladas conque se nos viene infringiendo.
También en los nuevos, en los recién multiplicados recientes partidos políticos supuestamente de izquierdas, echo a faltar una clara, nítida, necesaria declaración de principios; registrando en cambio una aparente intencionada ambigüedad en sus respectivas definiciones oficiales ideológicas. A ningún representante de las noveles organizaciones partidarias progresistas he oído (en las frecuentes e insistentes preguntas que al respecto les hacen), que se consideren líderes de un grupo que se declare SOCIALISTA, REPUBLICANO, FEDERALISTA y LAICO. Podremos, en todo caso, sospecharlo, pero al parecer, nunca obtendremos ninguna certeza, su sorprendente e incomprensible pudor se lo impedirá siempre ...o, tal vez, será su congénito miedo español ...o, peor aún, que no abrazan en realidad dichas convicciones, que se desmarcan de tales ideales.
Como muy bien nos dice Lidia, ni aún en los presentes tiempos, con el hundimiento de nuestra economía, con el galopante paro que sufrimos (seis millones de conciudadanos; millón y medio más sin derecho a subsidio), con el consiguiente empobrecimiento poblacional, con la pérdida de importantísimos derechos laborales (avasalladora reforma laboral neoliberal impuesta), se presenta nadie con tal justa reivindicación.
Ante una monarquía desacreditada, corrupta y parásita (como casi todas), estéril y frente al intento de tanta laminación moral, de las insoportables agresiones a nuestra dignidad por parte de nuestros rivales políticos, es hora precisa de exigir el necesario plebiscito popular que nos devuelva, esta vez, la III República Federal Española.
Para inculcar verdaderos y nuevos valores de libertad, de igualdad y de fraternidad; aquéllos valores que la Ilustración no llegó a consolidar en nuestro país; nuevas y más ambiciosas perspectivas educativas, porqué no, derivadas y adaptadas al momento presente, pero devenidas de aquélla añorada y todavía no igualada Institución Libre de Enseñanza y por unos servicios públicos gratuitos y de calidad.
La III República Federal Española, nos acercaría sin duda a una Sociedad más ética, más democrática, más pacífica y más justa.
¿Porqué es tan difícil lograr satisfacer tanta expectante esperanza con la presentación de un partido político que abrace esa ideología tan prometedora y de izquierdas ya descrita?. ¿A qué es debida la falta de ese partido valiente y cómo es que no aparecen líderes capacitados y capaces de poner en verdadero "pie de guerra" democrática a los tan injustamente castigados?.
¿Es entonces cierta la epidemia de ese mal denominado miedo congénito español la que nos coarta, o es que en realidad, final y formalmente hemos renunciado a una auténtica izquierda política española?.
Difícil, arduo y muy doliente nudo gordiano a resolver ...
y a compartirrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
ResponderEliminar