Ya no nos cabe duda ninguna sobre la verdadera finalidad que llevó a acelerar a "los interesados" la creación de la mal denominada Unión Europea (etimológicamente más apropiada Europa de los Mercados).
Tampoco nos es posible, hoy, desconocer quiénes gobiernan, realmente, los Estados miembro.
Indubitable nos resulta también la evidencia del mal trato que nos vienen infringiendo, especialmente, a los países del cono sur continental (los pobres mediterráneos).
Tales inmerecidos castigos y la pertinaz insatisfacción de la Troika, exigiendo todavía mayores austericidas medidas a aplicar sobre estos ya gravemente depauperados pueblos, debiera resultarnos suficiente para responderles con la contundencia que únicamente la unificación de fuerzas progresistas podría oponérseles.
Como bien sabemos, la respuesta dada por nuestros gobernantes sureños ante tales desmanes impuestos por las Instituciones europeas, ha sido absolutamente contemporizadora, cuando no de entendimiento y/o de complicidad.
Para lograr esa necesaria unificación de fuerzas progresistas, se hace preciso concordar un Programa de mínimos entre los grupos de izquierda que ostenten ese contendiente y común frente democrático, capaz de parar tan abominables desatinos del neoliberalismo internacional hasta ahora imperante.
Es imprescindible, entonces, no desaprovechar ninguna propicia ocasión para presentarles batalla, en el intento de ir debilitándoles en cada contienda que pudiera ofrecérsenos.
La Península Ibérica bien pudiera protagonizar esos primeros pasos hacia la liberación de tales verdugos descritos, ser pionera en la conformación, en la génesis de ese específico frente de los deprimidos pueblos de Europa, resistentes y oponentes de tan impune continuada agresión.
Nuestros lusos hermanos celebraron sus elecciones legislativas el pasado 4 de octubre, con el indeseable triunfo conservador.
No obstante, el Partido Socialista (PS) y el Partido Comunista (PC) acaban de converger en un posible pacto de gobierno, ya que ambos, junto al Bloque de Izquierdas, contarían con la mayoría absoluta parlamentaria de Portugal.
En nuestro país, en estos mismos momentos, estamos viviendo el vergonzante teatro de siempre a la hora de las negociaciones interpartidarias de confluencia: clásicas "peleas de gallos" cainitas entre los portavoces oficiales de la siempre regañada izquierda.
El tiempo, por ende, nos complica las cosas obligándonos a aplicar una velocidad inadecuada al más conveniente sosegado ritmo que precisarían tales acuerdos (el calendario electoral impuesto por el actual gobierno liberal). A pesar de ello cabe esperar que para dichos comicios aún pueda obtenerse alguna positiva alianza, aunque todavía posiblemente insuficiente.
Pero no hemos de desesperar, no es preciso, empero, renunciar a nuestro principal objetivo, cabría imitar a nuestros vecinos peninsulares en su novedosa intención de alianzas progresistas después de la confrontación de las urnas.
...Tan solo sería imprescindible aplicar la inteligencia y la generosidad necesarias por parte de todos los agentes interesados ... de izquierdas ...entre otras cosas, como aprovechamiento de posibles foráneas positivas experiencias ...
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