lunes, 8 de junio de 2015

Y AHORA ¿QUÉ?

Es de suponer nos quedó a todos claro que estas Candidaturas de Unión Popular fueron creadas, tan solo, como meros instrumentos políticos de cara a las recientemente cumplidas elecciones municipales.

Pero también es lo cierto que a ningún analista sagaz se le escapa la potencialidad de tal invento.

El primer  y supuesto único objetivo ha sido superado con creces, sorprendiendo a propios y extraños.

Hasta tal punto esto ha sido así que dicha realidad impone repensarnos, seriamente, la apriorística transitoriedad fundacional.

El "batacazo" bipartidista, hasta ahora imperante, ha sido colosal. Ambos grupos aparentemente contendientes (PP-PSOE) han sufrido muy dolorosamente en sus carnes su respectiva e insoportable clásica prepotencia. El merecido "premio" popular, obtenido en ambos casos, ha hecho tambalear sus otrora firmes cimientos, descolocando y dejando desasistidas diversas aparentes "fortalezas" territoriales de entre su cuasi omnímodo poder precedente.

El premeditado abandono y traiciones diversas del PSOE a los ciudadanos (sus exclusivos y específicos deudos); la dejadez permisiva de este máximo supuesto opositor político hacia las obscenas, reiterativas e increscentes nocivas medidas que el neoliberalismo europeo venía imponiendo a España a través de sus verdugos ejecutores (PP), han deparado este lógico e inevitable brutal "revés" popular -que me gustaría irreversible-.

La consecuencial drástica transformación registrada en el espectro político español nos impone muy diferentes planteamientos estratégicos inmediatos, obliga a un frío, detenido y asentimental análisis.

De otro lado, deberemos también considerar, penosa y muy destacadamente, las enconadas y fratricidas luchas internas, con verdaderas debacles resultantes, en  señeros partidos de la clásica izquierda hispana.

Este tortuoso, inestable, pero igualmente novedoso panorama, y probablemente él mismo, nos ofrece, junto al demostrado desencanto ciudadano, una inmediata oportunidad "de oro" que no deberemos desaprovechar. Tales dificultades partidistas incrementan la fuerza de las candidaturas populares ante los siguientes comicios nacionales.

A la incansable y siempre batalladora izquierda española se nos presenta un favorable momento histórico, a pesar de su evidente actual y motivada desestructuración interna. Un, ahora sí, indicado frentismo popular. Podríamos demostrar, de nuevo, que juntos somos capaces de alcanzar nuestros justos  y ansiados objetivos, que nuestros enemigos de clase tienen motivos ciertos para temer nuestras alianzas, cuando estas son firmes y perdurables.

Tienen razón, claro que la tienen, los "mercenarios voceros" a su servicio, cuando aseguran que la prioridad de la izquierda española es expulsar de las instituciones a estos nefastos impresentables de la manida "derechona".

Está muy bien "orear" las bondades de nuestros apetecibles Programas políticos, dárselos a conocer a nuestros conciudadanos, hacerles partícipes directos de todas las decisiones que les afecten, pero no perdamos el auténtico y más necesario horizonte: para lograr la necesaria "vuelta de tortilla", es preciso primero "echarles"; echarles, sí, y a empellones democráticos, con la legitimidad de los votos (como tanto ellos han aireado, altanera y repetidamente).

Es precisamente por esto por lo que tantos sesudos analistas nos piden pragmatismo político. Que nos resaltan, una y otra vez, esta irrenunciable prioridad, insoslayable definitivamente; no debemos postergarlo más. Ya nos llegarán, después, los tiempos del debate, de posibles y convenientes acuerdos de mayor alcance práctico, de poder, juntos y liberados del monstruo neoliberal inmediato, planificar y poder llevar a cabo comunes ambiciosos planes de cambio social.

Pero de momento, al menor plazo posible, cumplamos con nuestro primer deber: ¡ECHÉMOSLES!.










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