lunes, 14 de septiembre de 2015

LOS IMPERIOS QUE NO CESAN

Sigo, pertinaz y obsesivamente, citando a Marx. En esta presente ocasión para hacer referencia a sus reiterados avisos sobre las inevitables cíclicas crisis del sistema de economía capitalista y a sus nocivas clásicas consecuencias sobre los de siempre.

También me he reiterado en la crítica, muy manida ya, de la inacción funcional de la ONU, cuando no intencionadamente perniciosa, sometida y nítidamente manejada por los poderosos cinco grandes países decisores.

Igualmente tengo reflexionadas algunas conclusiones a propósito de las cada vez más sofisticada formas de desarrollo y estrategias belicistas alcanzadas, siempre generadas y mantenidas por espurios y particulares fines económicos imperialistas, y últimamente también siempre presentadas con la "sosegante" bandera pacifista conque la democracia occidental supuestamente viene ejemplificando.

Pero no nos engañemos, estos referidos dominantes países siguen manteniendo las mismas ansias invasionistas históricas, les es genético, es connatural a su "privilegiada raza". Muestran, en estos últimos tiempos, aparente limpieza de formas, confirman pública y ostentosamente su exquisito respeto y cumplimiento de los acuerdos internacionales (sobre todo en lo que concierne a nuestro territorio europeo) ...no resultando así las hasta insolentes e impunes actitudes de determinadas otras potencias extracontinentales.

Lo desgraciadamente cierto, es que observamos que, a diferencia de en tiempos pasados, múltiples recientes conflictos armados muy sospechosamente nunca terminan por cerrarse, continúan produciéndose, muy al contrario, activos puntuales atentados denominados "terroristas", levantamientos de protesta civil, y otras guerras declaradamente abiertas que obligan (como en el dramático presente caso) a la masiva huida poblacional en búsqueda de la propia supervivencia.

Estas tan tristes y vergonzantes imágenes contempladas en los últimos días inevitablemente nos retrotraen a pretéritos y quisiéramos olvidados tiempos, a humillantes escenas humanas que nos conciernen personal e íntimamente, al recuerdo del masivo y obligado éxodo de inocentes conciudadanos nuestros, de familiares directos y más inmediatos, nos implican de lleno en el sufrimiento vital de unos inermes seres al albur de imprevistos e injustos azares jamás por ellos imaginados.

Ahora los representantes internacionales europeos fingen el mayor interés por presentar propuestas de solución a tan abrumador problema humano, se conciertan en aparentar preocupación y máxima celeridad en plantear soluciones inmediatas (en realidad, meros insuficientes "parches" transitorios). 

Y lo saben, lo conocen demasiado bien, estaba previsto de antemano -aunque manifiesten sorpresa-. Era perfectamente previsible esta horrible consecuencia bélica, pero no trataron de evitarla.

No es la solución pedir, o exigir, a los gobiernos europeos la aceptación de una determinada cifra alícuota de refugiados, repartidos como si de porciones de queso se tratara.

No, indeseables dirigentes, la verdadera, la más eficaz solución, habría de haber pasado por parar esa y las otras interesadas e injustas guerras (abiertas, o enmascaradas), se trata de haber evitado precisamente tal desastre. Está en vuestras posibilidades, entra dentro de vuestras competencias directas, pertenece a esas precisas intenciones declaradas en vuestros Organismos de Defensa internacionales creados. 

Pero habéis vuelto la cara, tratáis de justificar vuestras respectivas responsabilidades, porque no reconocéis, entre otras cosas, el subyugamiento al que verdaderamente os debéis, no confesáis que todos estamos sometidos al capricho y decisiones del imperialismo clásico, a las primeras potencias del orbe ...¿o tal vez peor, acáso a los grandes holdings internacionales y a sus prevalentes intereses mercantiles?.

¿Para qué la primigenia cultura griega y romana?, ¿de qué nos ha servido su incremento intelectual en Occidente?.

Es inevitable el chirrido estridente del choque entre el raciocinio supuestamente ilustrado e imperante en nuestro actual siglo veintiuno, frente a la sorprendente e impensable vigente barbarie congénita que nos determina como humanos. 

Podría decirse que nuestra tan desarrollada civilización sigue irremediablemente fracasando. 

¡OJALÁ ME DESDIGA EL FUTURO INMEDIATO!.










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