Nos va quedando lejos ya, 1.977, y la no tan satisfactoria Transición.
Muchas confrontaciones electorales desde entonces, pero no tantas, ni tan halagüeñas oportunidades fácticas para la izquierda de nuestro país.
Es doloroso recordar la aplastante y bochornosa defraudación, tras el entusiasta, histórico, rotundo, e inédito triunfo que logramos en aquél PSOE de 1.982, irrepetible, seguramente, por bastantes venideros lustros.
"Vamos a poner a España que no la va a conocer ni la madre que la parió", llegó a asegurar mi por entonces admirado compañero Guerra. Tan repetida frase fue la expresión que tantos de nosotros compartíamos desde luengo tiempo.
Muy enseguida se nos trajo a la cruda realidad, se nos traicionó sorprendente y vilmente; nuestro empático "Isidoro" doblegó la cerviz ante los rancios y ancestrales poderes económicos (nacionales e internacionales), tachó, de un plumazo, todas aquéllas ciudadanas ilusiones. Fueron, ciertamente, aquéllos hasta entonces convincentes "títeres" dirigentes, disfrazados de aparente honrosa "pana obrera", quienes nos arrastraron a la decepción más absoluta ..."no nos dejaron, arguyeron" ...nunca les dejan ...
Y ahora, 2.015, nos ha vuelto a ofrecer otro ideal escenario, nos ha encauzado en el camino hacia nuestra alcanzable meta progresista ...por desgracia, otra ocasión (la segunda) torpemente fallida, otro excepcional favorable momento en nuestra reciente historia política que nos impelen a desaprovechar ..para mayor regodeo de la clasista "derechona" hispana: "Alea iacta est".
Me resulta imperdonable, nunca podré, ni querré disculpar los pecaminosos personalismos, ni hegemonías partidarias de una izquierda siempre dividida y en permanente predadora confrontación; nuestro sufrido Pueblo no lo merece ...en realidad la indignidad les corresponde a ellos, a los responsables directos de tanta inicuidad, son estos ídolos de barro quienes se autodemeritan para su mayor oprobio ...y será la Historia la que vendrá a recordárselo.
Ya alcanzamos a ver el final del camino, el 20-D ya está aquí, pero también y a la vez, la decepción más general, el descorazonamiento, la abulia, la renuncia, la decepción populares ... la insoportabilidad del despropósito.
Otra vez más, las arteras armas de nuestro común y eterno rival -el neoliberalismo más recalcitrante- con los clásicos tres fácticos poderes en sus manos (más el "cuarto" de la comunicación), y la "ayuda" sumada de la eterna rivalidad de la izquierda, ofrecen tan hilarante panorama para el insaciable dragón enemigo que no cabe en su henchido gozo.
De nuevo, incomprensiblemente, los "menos" vencerán a los "más"; de nuevo se impondrá la "sinrazón".
Confiemos, al menos, en que a partir de ahora, sus manipuladoras argucias parlamentarias estarán más controladas por una, ahora sí, auténtica oposición y control políticos.